"Tras la autorización para que los creyentes puedan entrar al Partido Comunista (PCC), Fidel Castro quiso saber cuántos de nuestros fieles habían ingresado. Le explicamos que ocurrió en realidad lo contrario: muchos miembros del partido comenzaron a vivir la fe religiosa".
La anécdota nos la contó el bautista Joel Suárez, activista del Centro Martin Luther King de La Habana, y demuestra que, de alguna manera, aquella medida no solo devolvió sus derechos a los religiosos, sino que también benefició a muchos miembros del PCC.
A partir de que, en los años 90, el gobierno convocó a cesar la discriminación contra los religiosos, la nación fue mucho más auténtica y reflejó ese sincretismo que les permite a algunos cubanos adorar a Fidel, Jesús y Changó sin sentir el menor conflicto.
La respuesta de la gente fue inmediata, en los cuellos aparecieron los crucifijos y los collares de santería, confirmando la sentencia del etnólogo cubano Frenando Ortiz, quien aseguraba en 1910 que la simulación forma parte de la idiosincrasia nacional.LEER MAS.