Un día un joven se presentó ante un anciano sabio, estaba muy desesperado por no
encontrar fuerzas para nada que quisiera emprender, se sentía miserable e inútil.
Dijo estar dispuesto a hacer lo que fuera necesario pero que le ayudara a salir de su fracaso.
El anciano sin mirarlo, le dijo, lo siento muchacho, ahora no puedo, debo primero resolver un
asunto personal, si tu me ayudaras tal vez así lo resolvería más rápido y quizás podría
ayudarte.
El muchacho aceptó y preguntó, qué debo hacer? El maestro se quitó un anillo, dijo que
necesitaba venderlo para pagar una deuda, le pidió que fuera al mercado y lo vendiera por la
mayor suma posible, eso si, no aceptar menos de una moneda de oro.
El joven se apresuró a buscar compradores en el mercado, pero cuando pedía una moneda
de oro algunos se reían, otros se daban la vuelta, hasta que un amable anciano le explicó
que una moneda de oro era demasiado, que podría ayudarle dándole una moneda de plata y
un cacharro de cobre, pero el muchacho tenía la orden de no venderlo por menos.
Después de no vender el anillo, regresó a la casa del sabio, sintiéndose más fracasado y
deseando tener una moneda de oro para llevársela al sabio.
Entró a la casa del maestro y le dijo, lo siento, tal vez pudiera conseguir dos o tres monedas
de plata, pero no puedo engañar a nadie sobre el verdadero valor del anillo, el sabio sonrió y
dijo, es totalmente cierto, debemos primero saber el verdadero valor, ve de nuevo al
mercado y visita al joyero, pregúntale cuánto te daría por el, pero no lo vendas, regresa con
mi anillo.
Frente al joyero, este lo examinó y pesó, dijo, si el maestro quiere venderlo no puedo darle
más de 58 monedas de oro, al ver el asombro del muchacho, el joyero dijo, eso es por la
urgencia pero podemos pedir 70 monedas.
El joven corrió emocionado a contarle al sabio y él le respondió:
"Tú eres como este anillo: Una joya, única y valiosa. eres un orgullo Dominicano".
No esperes que cualquiera te diga cuál es tu valor, antes que te vea el verdadero experto.