Hoy se conmemora el 195 aniversario del natalicio del más joven de los tres Padres de la Patria
Óleo del patricio Francisco del Rosario Sánchez.
Nunca, como ese aciago día en San Juan de la Maguana, debajo de un árbol de guázuma del cementerio municipal, se puso de manifiesto la ingratitud y la crueldad de qienes renegaron la dominicanidad: “Ríete ahora, negrito parejero”, fue la expresión de burla del general Antonio Abad Bustamante antes de disponer de la vida del patricio Francisco del Rosario Sánchez, nacido el 9 de marzo de 1817, hace hoy 195 años.Y, para que nunca muera la memoria histórica, ese mismo militar, “blanco y rubio, pero cruel”, como lo definió José Gabriel García en su Historia de Santo Domingo, fue a quien instruyó Pedro Santana para descargar todo su odio y maldad en contra del prócer ya herido y llevado al patíbulo en una mecedora después de enjuiciado.
“Oh, Sánchez glorioso, varón ilustre, tú que en los labios siempre tuviste fiero anatema para el traidor que malograra la Patria hermosa por la que dieras vida y honor”, como inmortalizó en su himno Ramón Emilio Jiménez.
Esa Patria libre y soberana por la que Sánchez ofrendó su vida, no sólo cuando nacía la dominicanidad la noche del 27 de febrero de 1844, sino durante el fragor de la lucha porlos aprestos de quienes propiciaron su Anexión a España, hoy le rinde tributo y lo reconoce ciertamente como “la bandera nacional”.
En efecto, Sánchez hizo suyas las ideas redentoras de Juan Pablo Duarte y creyó a ciegas en el proyecto de nación contenido en el manifiesto de proclamación de los objetivos de los trinitarios.
Nacido en un hogar pobre, pero honrado, el patricio fue el fruto de la unión libre de Narciso Sánchez y Olaya del Rosario, quienes le educaron bajo la fragua del espíritu antihaitiano del sacerdote peruano Gaspar Hernández.
La primera reacción de Sánchez, tras la Independencia, fue la derogación del decreto que envió al exilio a Duarte, quien regresó el 14 de marzo y se puso de inmediato, en Azua, al servicio de los intereses de la nación durante el primer intento de incursión haitiana.
Después de Matías Ramón Mella, a Sánchez se le considera el segundo líder del movimiento separatista y uno de los estrategas que hicieron posible neutralizar a los liberales haitianos que adversaban a Jean Pierre Boyer.
Sin embargo, el 22 de agosto de 1844, apenas seis meses después de nacida la República Dominicana, Duarte, Sánchez y Mella son declarados “traidores” de sus propias ideas libertarias.
¡Oh, Sánchez, qué ironía del destino! Y otra vez las letras de tu himno: “Tú que no supiste jamás hollar, los sacros fueron del patriotismo que levantaron el patrio lar”.
Desterrado en tres ocasiones, Sánchez y Mella fueron recogidos como naúfragos en las costas de Irlanda, desde donde ambos se trasladaron a Nueva York y luego a Curazao.
Fue precisamente allí donde Sánchez, meses después, recibió la noticia de que Santana había anexado el país a España, el 18 de marzo de 1861, en un acto infame celebrado frente a la Catedral Primada, donde fue arriada la enseña tricolor.
Con anterioridad al tercer exilio, Sánchez, blasfemado y hasta ignorado por antiguos amigos, se hizo defensor público mediante licencia concedida por la Suprema Corte de Justicia.
No obstante ese preámbulo de su actividad política, el prócer continuó siendo víctima de las maquinaciones de Santana, acoso que no le amilanó y, al contrario, lo radicalizó en los antianexionistas.
Fue así como Sánchez, no pudiendo hacerlo por otra parte, como él mismo dijera desde Saint Thomas, entró a Haití para penetrar por el Sudoeste al país con un grupo de patriotas a luchar a favor de la dominicanidad perdida.
“Si la maledicencia buscare pretextos para mancillar mi conducta, responderéis a cualquier cargo diciendo en alta voz, aunque sin jactancia, que soy la bandera nacional”, dijo el patricio cuando penetró al territorio.
Divididas en tres columnas las tropas dominicanistas, Sánchez se dirigió a El Cercado, aquel caserío rodeado de montañas de la provincia de San Juan, mientras el intrépido Fernando Taveras se enfilaba por Hondo Valle con destino a Neiba y José María Cabral hacía lo propio hacia Las Matas de Farfán.
El propósito era la toma de San Juan y de todo el Sudoeste, pero herido y traicionado por algunos de los hombres que se habían integrado a la tropa, Sánchez fue apresado en las inmediaciones del entonces paraje Juan Santiago.
Sentado en una mecedora por su imposibilidad de caminar, allí el verdugo Abad Bustamente, ensañado al extremo de pisotearle la nariz, ordenó el fusilamiento junto a 21 compañeros juzgados y condenados en una farsa de juicio.
Se identificó como la Bandera Nacional
Sánchez no dudó un instante de que su captura era una condena a muerte. Por ello no creyó que se le celebraría un juicio imparcial. De ahí su expresión en audiencia: “Para enarbolar el pabellón dominicano fue necesario enarbolar la sangre de los Sánchez, para arriarlo también se necesita la de los Sánchez”.
Después de restaurada la independencia nacional, a costa de tantos sacrificios; en 1865, sus restos fueron trasladados a Santo Domingo por iniciativa de la sociedad “La Republicana”, en un solemne acto donde se desbordó un pueblo agradecido que nunca ha dejado de valorar la apoteosis del mártir que desde su adolescencia abrazó los ideales de redención, cerrando fila junto a Duarte, Mella y los jóvenes que confiaron en la posibilidad de materializar la dominicanidad que hoy orgullosos disfrutamos.
Estrategia
Sánchez, junto a Mella, maniobró con los reformistas para que Charles Hérald apoyara el proyecto independentista.
Formación
Sánchez se hizo abogado mediante licencia expedida por la Suprema Corte de Justicia y dominaba el francés y el latín.