Lunes 22 De Octubre 2012 by Frank Jiménez.
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Sin tener mucho que argumentar, con la voz estentórea, venida de las profundidades oscuras de los infiernos posibles, el abogado Marino Vinicio Castillo admitió este domingo, en Su Respuesta, que ha tenido paréntesis majade.
Así se lanzó este domingo el respuestero mayor, dicho de modo literal.
Divaga y se muestra amistoso cuando hace alusión los interactivos de Su Repuesta (porque es “Su”, y no “La”). Dice, por cierto, con media sonrisa complacida, sin tono de hiena, que están muy activos con la causa de su programa, Su Respuesta.
Siguiendo la estrategia marcada por Leonel Fernández desde su bastión Funglode, dada la debilidad de muerte del PRD, la técnica sigue siendo la misma: volcar en la población, en el mejor estilo manipulador, la idea mediática (Repite que algo queda) de que la reforma tributaria de ahora también es culpa del PRD. Idea trillada a la que ya estamos acostumbrados cada vez que el PLD tiene una desgracia o error percibido de modo masivo por la población...
El PRD será siempre su gran excusa y si no existiera, ahí tienen a Miguel Vargas Maldonado, para inventarlo, estimulado como línea destructora y quinta columna aventajada, aplaudido por los representantes mediáticos del PLD, de modo permanente.
Fiel a esta línea de difusión mediática, en esta Respuesta del 21 de octubre, el Dr. Castillo, abogado de sombras y colmillos afilados, arremete contra una ley del 2001 sobre los bonos soberanos. Lee la ley y mientras lee se hace el payaso, cuya risa incontenible, nerviosa le convierten en el espectáculo que pretendía ser de burla y terminó desluciéndolo, porque, a prueba en contrario, no tiene gracia para ser bufo.
El PRD será siempre su gran excusa y si no existiera, ahí tienen a Miguel Vargas Maldonado, para inventarlo, estimulado como línea destructora y quinta columna aventajada, aplaudido por los representantes mediáticos del PLD, de modo permanente
El objetivo era claro: vincular a la pasada administración del PRD en el tema de los padecimientos actuales de la población fruto de algo reconocido por toda la nación, incluso por el presidente Danilo Medina, menos por Vincho y la cúpula del PLD, la administración de Leonel Fernández ha hecho un maldito hoyo nunca visto en 62 años de actividad económica del Estado Dominicano, esa es la realidad.
(No quiero olvidar, en este mismo renglón, el codazo para Andy Dauhajre, en todo caso un pellizquito a lo Vincho, cuya memoria de odio es tan activa como las tintas indelebles, de los pulpos gigantes en las oscuras profundidades).
Para ocultar esa realidad, Leonel Fernández, que trataba a Danilo Medina en la mesa de la reunión del Comité Político como un subordinado en apuros, ha trazado una línea de culpabilidad de la crisis muy querida para Vincho, todavía en el 2012 el PRD e Hipólito Mejía son los responsables de la desgracia económica. Desde estos mundos raros (no precisamente los de la canción), el dispendio y la corrupción impune de los ocho años de Leonel y compartes nunca ocurrieron.
Para suerte en favor de la verdad, la gente de la calle no tiene la visión que tiene Fernández y su PLD. El drama es peor: ¿Quién contradice a Leonel Fernández en el Comité Político, reproducción grotesca de Don Gato y su pandilla?...
El Dr. Castillo le faja a codazos a Francisco Domínguez Brito, el Procurador Genera, mientras le tira piropos a Yeni Berenice. Pero de repente se recuerda del CES (Consejo Económico Social ) y a sus integrantes les tilda de turbulentos, atrevidos, que sirven a fines que ni ellos mismos saben, pero que él, gran oráculo, el gran paladín siempre dispuesto para las mejores causas de la Patria, algún día pondrá en evidencia.
Justifica la actitud del gobierno y demuele a los miembros de los grupos empresariales (siempre con gestos de la rutina demencial pintada de anciano sonrojo), les embiste, y como buen oráculo saca su machete, guarda la horca y les da planazos en las nalgas a los empresarios con furia y rabia de colmillos batientes. Todo porque, según él, se han convertido en suerte de oposición en el seno del CES, que debe ser, exclama de modo enfático, un organismo de paz.
A gritos perdidos, con muecas que intentan ser intimidatorias, de abuelito infernal, amenaza, salta, vuelve a mirar a las cámaras y hace un registro verbal grave, mirando de nuevo las cámaras, para terminar como un acordeón tocado accidentalmente, en un grave: Bla, bla, bla, bla, bla.
Algún ayudante de piso en el estudio, bajo gran bostezo, limpiará las babas y el programa finaliza, con el emblema familiar blasón de cada domingo.