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Alfredo Freites
afreites.listin@gmail.com
El tema de las investigaciones del
narcotráfico se maneja a puertas cerradas. Nunca se sabe a ciencia
cierta qué está pasando en el fondo. Nos ofrecen datos cabicortos y de
ahí se despega la gran audiencia popular en la que todos somos jueces.
Condenamos, descargamos, deportamos y hasta fusilamos con escasos
elementos de juicio que la mayor parte de las veces las ofrece un
periodista apurado por la prisa.
Ahora es el momento de la excarcelación
de Sobeida (el apellido huelga porque es Sobeida, la Chica de Clide).
Ella es una mujer tremenda que sabe más de lo que le pueden preguntar.
Fue testigo de cargo en el juicio contra los miembros financieros de la
banda de Figueroa Agosto y con su voz se le puso un rosario de condenas a
sus antiguos compañeros de juerga. Pero así es la vida. Más vale ser
agraciado que gracioso. La Dama de marras ha jugado con la opinión
pública, ha lanzado acusaciones, ha negado vínculos, ha viajado con el
barco del amor hacia Puerto Rico.
Sobeida es una película. El
narcotraficante boricua supo bien lo que adquiría cuando le dio un tumbe
a su socio Eddy Brito. Ella tiene talento para estos asuntos escabrosos
y sale bien librada. Pronto estará en libertad gozando de sus billetes
porque estoy convencido de que el acuerdo con las autoridades planteó un
juicio de pantomima sin tocar la bien ganada fortuna acumulada por
ellos.
Dicen que Agosto estaría preso en Nueva
York donde ensaya las diferentes notas que ofrece un canario cuando
canta a las autoridades. Que nadie dude que de repente le concedan nueva
identidad a ambos. Se alega que sigue de cerca la situación de su
amada, pero por el momento, amor de lejos paga pasaje, y él no puede
sacar el ticket.
