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Bonao. "Me transformaron mi vida, acabaron conmigo. Desde que me tiraron ácido del diablo terminó mi vida".
Así se expresó la joven Esther Jiménez de 29 años, al conversar con periodistas de Diario Libre que le visitaron en su residencia de este municipio.
Hace varios meses que un hombre de unos 25 años de edad llegó al negocio donde laboraba Esther, la llamó por su nombre y le roció la cara con el mortal líquido dejándola inhabilitada para toda la vida.
Ella cuenta que tenía una relación amorosa con el propietario de la Cafetería La Rotonda y que constantemente recibía llamadas amenazantes de una mujer que nunca ha sabido de quién se trata.
Se queja de que la Policía nunca ha investigado su caso, por lo que pide al jefe de la institución, mayor general José Armando Polanco Gómez que ordene aclarar su caso y apresar a los responsables del horrendo hecho.
Un mes después de ocurrirle el funesto caso, los médicos tuvieron que extirparle el ojo derecho y practicarle una cirugía para pegarle su nariz, "que me quedó en un hilo".
Fue necesario que un equipo de médicos le reconstruyera su cara, tomando tejidos de sus pechos para injertárselo en la cara, que quedó totalmente desfigurada.
Vive sola en su casa, y come, porque una hermana suya le proporciona su comida diariamente. "El padre de mis dos primeros hijos se los llevó y se olvidó de que yo existo, no tengo de qué vivir, y pido la ayuda de la gente para poder comprar los medicamentos que necesito par mi curación".
Pasó un largo tiempo que sólo ingería alimentos líquidos porque su garganta se "trancó", y tenía que ser auxiliada para poder respirar y caminar.
Cuando su madre se enteró de que los médicos le extirparon el ojo derecho, le dio un infarto fulminante y murió instantáneamente.
Esther tiene que visitar el hospital Francisco Moscoso Puello todos los días y esto conlleva muchos recursos que no posee.
Pide ayuda vice
Esther pidió a la vicepresidenta de la República Margarita Cedeño de Fernández, que acuda en su ayuda y agrega que la puede contactar al teléfono 809-256-6956. "No sólo la señora Vicepresidenta, sino todo el que desee ayudarme, estoy necesitada porque estoy sin trabajo, y no tengo a nadie que me dé nada", dijo. Madre de tres hijos en edades de 11, 9 y seis años respectivamente, Esther dice que lo que más anhela es verlos grandes y graduados de una profesión para que en lo adelante puedan seguir solos. Dijo que no tiene ni para ir al hospital a curarse.
(Dlibre)