El invento, ideado y patentado por el publicista Rafael Gallego y su mujer, Anna Bosch, nació un día de verano cuando, tomando una cerveza en un chiringuito de playa, vieron como un ladrón robaba “sin ningún tipo de problema” unas gafas de sol de uno de los bañistas.
Fue a partir de ese momento cuando la pareja decidió ponerse manos a la obra y empezar a diseñar un esbozo “en una servilleta de papel” de como podría ser una bolsa que eliminara del imaginario de los bañistas los siempre recurrentes turnos para vigilar las pertenencias y evitar que alguien las robe.
La mochila está hecha de un material de plástico rígido, resistente al calor e impermeable que incluye una pieza en forma de pala que permite clavar la mochila en la arena, lo que, según sus inventores provoca que el ladrón deba realizar una fuerza de unos 20 kilogramos para sustraerla.
En la parte frontal, el Baywatch tiene un compartimiento suficientemente grande para guardar la toalla, la crema solar y las gafas de sol y cerrarlas con una llave resistente al agua.