Miércoles 19 De Septiembre 2012 by Frank Jiménez.
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TORONTO. Carlos Villanueva puede hacer empatía con los jóvenes dominicanos que se sienten atrapados en una isla con poca esperanza y sin salida.
Él también fue uno de ellos y como uno más del número de niños pobres que habitan el país hispano, entendió a muy temprana edad que el béisbol sería su escape.
Hoy, en su séptima temporada entre Milwaukee y Toronto, Villanueva ha logrado su mayor cantidad de entradas (118.1), ponches (115), partidos iniciados (14) y victorias (7) cuando se apresta a entrar a la agencia libre tras concluir su etapa en arbitraje. Gana US$2,2 millones.
El derecho de los Azulejos comenzó a jugar cuando tenía cinco años, inspirado por su padre y tíos que practican el juego a nivel amateurs. Villanueva dijo que fue una vía de acercarse a su padre, que jugaba cada sábado, y cuando los dos no estaban atrapando pelotas, se sentaban frente a un televisor para ver partidos por horas, usualmente de los Yanquis y Boston.
El béisbol no solo ayudó a estrechar vínculos padre-hijo, sino una manera de que la madre de Villanueva encontrara algún tiempo en el hogar.
"Era muy, muy hiperactivo, y creo que mi madre estaba cansado de mí", bromeó Villanueva. "Le dijo a mi padre, 'llévatelo al estadio y asegúrate que se canse, así que cuando venga se vaya directo a la cama'".
Villanueva fue uno de los niños afortunados que tenían dos padres guiándolo. Su madre y padre no solamente apoyaban su pasión por el béisbol y aspiración de llegar a las Grandes Ligas, sino que les enseñaron la importancia de obtener buena educación.
Villanueva, de 28 años, dijo que hay un abrumador número de niños en la República Dominicana que crecen sin sus padres, no completan la educación secundaria y terminan trabajando en campos de caña de azúcar. "Tienes que entender que esos son chicos que vienen de lugares pobres y no tienen personas que los instruyan de la manera correcta. La mayoría de ellos no tienen madre o padre. Todo lo que saben es, 'ir al play'", dijo.
"Definitivamente no es algo fácil venir de Dominicana. Algo importante para mi madre era terminar el bachillerato. La mayoría de los chicos allá no tienen la oportunidad ni siquiera de conseguir educación secundaria. Básicamente, mi madre le dijo a mi padre, 'él tendrá que pasar sobre mi cuerpo para firmar antes de terminar el bachillerato'".
Los escuchas observaban a Villanueva cuando tenía 16 años, pero no firmó hasta que cumplió 18. Dijo que, a los 18, los equipos vacilaban en ofrecerle un bono grande porque ya era considerado viejo para muchos escuchas. Había chicos más jóvenes, o algunos que alegaban ser más jóvenes, que podían tirar a más velocidad que Villanueva y tenían un potencial mayor.
El derecho dijo que muchos jóvenes fueron influenciados por extraños para mentir sobre su edad y uso de sustancias controladas para aumentar su valor en el mercado.
"No lo estoy defendiendo, pero cuando un chico cambia su acta de nacimiento y cuando utilizan esteroides, la mayoría de las veces, es que alguien está tratando de aprovecharse de ellos", dijo.
Villanueva cree que un gran obstáculo que enfrentan los jóvenes dominicanos es la falta de tiempo de juego, lo que lo pone en desventaja con chicos de otros países. Los estadios donde juegan no tienen grama y están sobre poblados con hasta ocho programas compartiendo un campo al mismo tiempo.
Los chicos están en bruto, son enseñados a lanzar a gran velocidad, correr rápido y batear la pelota a distancia. Con pocas ligas organizadas, las mecánicas de los jugadores y los fundamentos por lo general son ignorados hasta que son firmados.
"Creo que algunas veces somos puestos un poco a un lado por el factor educativo. No somos considerados lo suficientemente inteligente algunas veces. Muchos entrenadores, muchos equipos se frustran con los jugadores", dijo Villanueva.
Cuando él regresa a la isla, es uno de los héroes. Los jóvenes ven el estilo de vida de las Grandes Ligas, la fama y fortuna, y entienden que es posible lograrlo trabajando fuerte y con determinación. MLB.com y DL (Versión Nathanael Pérez Neró)