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“Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará mi boca”. (Salmo 63:5)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Daniel 3:1-30
Orar con todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, es estar en comunión con nuestro Padre Celestial, lo cual produce resultados maravillosos, manifestaciones asombrosas y deleites tan profundos, que fácilmente entendemos lo que dice el salmista cuando afirma: «Como de meollo y de grosura será saciada mi alma». Es como ir a la fuente de agua cuando se está muriendo de sed, es como un oasis en medio del desierto, es como el aire que le hace falta a los pulmones.
Una de las características de los grandes hombres de Dios fue el anhelo profundo y hasta el celo que tenían por estar delante de Su Presencia. Un ejemplo lo tenemos en el profeta Daniel, quien estando bajo el dominio de un gobernante tirano en tierra extraña, y rodeado de gente idólatra, nunca accedió a dejar de buscar a Dios, incluso bajo amenaza de muerte. Era preferible morir que renunciar a buscar en oración el amor de su Padre celestial. También los amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego, se resistieron a dejar a su amado Dios, aunque esto les representó ser condenados a morir quemados, pena de la cual Dios los salvó prodigiosamente.
También para el rey David, la búsqueda de Dios significaba lo más importante, incluso aplazar cualquier otro asunto por importante que fuera, incluso los asuntos relacionados con su reino, con tal de ir primero a Aquel que podía saciarle, llenar cada una de sus necesidades y darle la dirección, el poder y la guía que necesitaba para tener éxito en todo lo que emprendiera.
Estos hombres conocían muy bien los extraordinarios resultados de la oración, pues significaba depositar la confianza en Él, deleitarse, tomar la provisión de amor, poder y misericordia que Dios les preparaba cada día y esperar su fiel respuesta.
De la misma manera, hoy nosotros debemos descubrir que el secreto para llegar hasta los atrios del Señor, es anhear con todo nuestro corazón estar en su Presencia, con la misma intensidad que el ciervo brama por las corrientes de agua. Entonces también seremos saciados «como de meollo y de grosura».
Algunos cristianos se esfuerzan y luchan contra el sueño y el cansancio, para lograr permanecer despiertos delante de Dios, obteniendo únicamente estériles y lánguidas oraciones. Pero no sucede así cuando disponemos nuestro espíritu, nuestra mente y emociones, nuestra voluntad y aún nuestro cuerpo para el encuentro renovador y vivificante con nuestro Padre Dios. Inténtelo ahora, disponga todo su ser para este maravilloso encuentro de amor. Usted lo logrará.
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Señor hoy entiendo que la oración para todo hijo de Dios debe ser un estilo de vida. Gracias por enseñarme con tu ejemplo a buscar la comunión con el Espíritu Santo en todo tiempo. Permíteme depender siempre de ti, de tus riquezas y bendiciones y no de mis escasos recursos, Amén”.