by Francisco Jimenez.
A finales de septiembre, Estambul fue sacudido por dos fuertes sismos de magnitudes 4,7 y 5,7 con una diferencia de dos días. El epicentro del segundo terremoto, el más fuerte en la región en 20 años, se localizó a 70 kilómetros de la ciudad turca, en el mar de Mármara.
Estos movimientos telúricos parecen haber provocado la activación de una de las estructuras geológicas más peligrosas del mundo, recoge Spiegel.
La metrópoli más grande de Turquía se encuentra en la llamada falla de Anatolia del Norte, que separa las placas tectónicas de Eurasia y Anatolia. Durante años los geólogos han advertido que esta ‘frontera’ geológica podría causar un devastador terremoto tarde o temprano.
La considerable tensión tectónica, que se acumula a lo largo de la falla de Anatolia del Norte, ya fue la fuente del último gran sismo que golpeó al noroeste de Turquía hace 20 años: el terremoto de Izmit, de magnitud 7,4, se cobró la vida de más de 17.000 personas en 1999.
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